poétique(s) de l’inachèvement [poética(s) de lo inacabado] iniciado por Alejandra Riera

25 septiembre, 2013 – 5 enero, 2014 /
Edificio Sabatini, Sala de Bóvedas
Vista parcial de: “poétique(s) de l’inachèvement [poética(s) de lo inacabado], hasta el 6 de enero del 2014”. Halo de luz generado luego de la acción del 5 de julio del 2013 realizada por Alejandra Riera y Tamara Díaz Bringas, en la sala de bóvedas y dialogando con la “Cámara-muela-río-piedra”, escultura realizada por Alexandre Chanoine. Fotografía de Roman Lores Riesgo
Vista parcial de: “poétique(s) de l’inachèvement [poética(s) de lo inacabado], hasta el 6 de enero del 2014”. Halo de luz generado luego de la acción del 5 de julio del 2013 realizada por Alejandra Riera y Tamara Díaz Bringas, en la sala de bóvedas y dialogando con la “Cámara-muela-río-piedra”, escultura realizada por Alexandre Chanoine. Fotografía de Roman Lores Riesgo

"Poética(s) de lo inacabado" es el título escogido por Alejandra Riera para demorarse en algunas experiencias cuya densidad supera al cine, que sin embargo las acompaña.

Toma como uno de los puntos de partida para su estudio gestos de retirada y de cuestionamiento del lugar de poder del o de la artista solo/a y de su obra. Artista a menudo empujado a desempeñarse como "poseedor, pionero" y cada vez menos poseído, apasionado, perdido entre las cosas y los otros con quienes un diálogo se establece.

Poética(s) entonces de un "inacabamiento", que sin embargo no implican la imposibilidad de empezar y acabar gestos, sino que crean tensiones a partir de las cuales poder "acabar con" lo que nos pesa, lo que formatea o gobierna nuestras mentalidades. Lo inacabado es, en este sentido, lo contrario del muy extendido "work-in-progress". En lugar de no detenerse nunca, como no se detiene el curso de un progreso despiadado, aquí la cuestión será la de hacer sitio a los rechazos. A retomar desde el principio, queriendo decir hacer-dejar sitio para reabrir una labor ya iniciada por y con otros en su complejidad.

Gestos como los que la cineasta Maya Deren pone de manifiesto en 1951 cuando declara sentirse forzada a abandonar su lugar de artista y cualquier manipulación —destinada a hacer obra de arte— del material fílmico que aglutinó a lo largo de varias temporadas en Haití en 1947, 1949 y 1954, donde filmó danzas y ritos vudús para un proyecto de película que debía desbordar el contexto haitiano y que quedará inconcluso. Reconoce así encontrarse filmando lo más "humilde y fielmente posible" una realidad que se le impuso por su propia integridad, y prefiere comenzar por acabar la escritura de una monografía en torno a la cosmología vudú, Divine Horsemen: The Living Gods of Haiti (Thames & Hudson, 1953, Londres y Nueva York). Sin embargo, no abandona las potencialidades del material fílmico, al que se enfrenta hasta su muerte. Abandona la relación esperada respecto a estos materiales, y al cine. Duda. Hace bien. Haití sólo tiene un cine y la historia del cine no es la suya. Ordena en latas de café los rushes rodados en Haití forrándolos con cinta adhesiva roja, escribe haber dejado de lado y no saber ya dónde se encuentra exactamente su plan de montaje inicial, flojea, rechaza poseer, hace esta experiencia de abandonarse, sin dejar por ello de continuar. Y en ese soltar lastre ella nos hace un regalo. Había escrito: "Mis películas son para 'cualquiera'". Y lo más osado de este regalo es quizás que este "collage fílmico" no realizado, que imaginaba reunir las imágenes rodadas en Haití, escenas de juegos infantiles que ella debía rodar en Haití y Nueva York, planos de ritos balineses rodados por Margaret Mead y Gregory Bateson y danzas de navajos sobre las cuales aún no tenía nada, queda latente en su delirio o su fulgor, en sus errores. Es fuera de la proyección de estas imágenes que ha de buscarse, quizás, la consistencia del collage. Sin hacer la experiencia de abandonarse, y sin hacerla en lo colectivo, las bobinas conservadas desde 1972 en el Anthology Film Archives, 17 bobinas de "material bruto" (5 horas aproximadamente de película en blanco y negro muda) filmadas por Maya Deren, incluso restauradas, no podrán ser visibles. Lo que hay que restaurar, sin apología, sin fetichización, más allá de los rushes en sí, es quizá esta dificultad de traducir, por medio de una película, la experiencia. Y, en este caso, una experiencia que no puede ser comunicada a quien no la emprenda con sus propias fuerzas.

Con: UEINZZ, Marine Boulay, taller Lucioles, Alexandre Chanoine, Miriam Martín, Dean Inkster, Elisabeth Rathgen, Eleni Tranouli, Sybil Coovi Handemagnon y Marine Lahaix, estudiantes de la École nationale supérieure d’art de Bourges. Con el seguimiento de Lore Gablier y Tamara Díaz.

Datos de la exposición

Organización: 
Museo Reina Sofía
Artistas:
Alejandra Riera
Programa:
Fisuras